24.3.10

Arcoiris

A veces, por supuesto, 
usted sonríe y no importa
lo linda o lo fea,
lo vieja o lo joven,
lo mucho o lo poco
que usted realmente sea.
 
Sonríe.
Cual si fuese una revelación
y su sonrisa anula. 
Todas las anteriores caducan al instante.
Sus rostros como máscaras,
sus ojos duros, frágiles,
como espejos en óvalo.
Su boca de morder, su mentón de capricho,
sus pómulos fragantes, sus párpados, su miedo.

Sonríe y usted nace,
asume el mundo.
Mira sin mirar,
indefensa, desnuda...
transparente.

 Y, a lo mejor, 
si la sonrisa viene de muy
de muy adentro,
usted puede llorar.
Sencillamente, sin desgarrarse,
sin deseperarse, 
sin convocar la muerte
ni sentirse vacía.

Llorar.
Sólo llorar

Entonces su sonrisa,
si todavia existe,
se vuelve un arcoiris.


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